Las Universidades Estatales ya son cuarenta, por lo que requieren ser consideradas en su conjunto, como sistema universitario argentino. Su distribución territorial, el importante número de carreras de grado que amplían el espectro históricamente ofrecido y el importante desarrollo de los posgrados, implica una realidad compleja, diversa, que ha exigido y exige reformulaciones en su actualización académica, en un contexto signado por interrelaciones de todo tipo, particularmente con América Latina.

Las universidades han ido trascendiendo sus funciones tradicionales de preservación, producción y transmisión del conocimiento, asumiendo su incidencia en la consolidación de las instituciones y su papel dinamizador en la vida social, en sociedades donde el conocimiento alcanza cada vez mayor valor.

Los esfuerzos para el mejoramiento de la calidad de las universidades ha derivado en los últimos años en el establecimiento de procesos de evaluación y acreditación, de acuerdo a estándares que se establecen para las distintas carreras. Estos procesos son  gradualmente acompañados por programas de mejoramiento, que suelen otorgar un financiamiento adicional para su implementación. La calidad de la Universidad Estatal Argentina es un valor que requiere ser preservado. Los retrocesos que han producido distintas circunstancias de la vida institucional del país dejaron sus huellas, pero no han impedido que se mantenga un significativo reconocimiento internacional por el nivel de la enseñanza, la investigación, el desarrollo tecnológico, las actividades de vinculación con el medio socioproductivo y el compromiso social de nuestras universidades.

Las Universidades Nacionales prestan actualmente especial atención al concepto de pertinencia, entendido -genéricamente- como los aportes que realizan en pro del desarrollo nacional y el bienestar general de la población, que dan sentido a su desenvolvimiento. Al adoptarlo para ponderar sus actividades, se convierte en referencia para evaluar el papel que las universidades desempeñan en la producción y difusión de conocimiento humanístico, científico y tecnológico en la sociedad actual. La pertinencia se constituye en categoría transversal entre las áreas prioritarias que se planteen y una clave para el diseño y aplicación de los planes de desarrollo institucional.

A partir de ello, la pertinencia se configura como pertinencia social. Las universidades tienden a evolucionar como sistemas abiertos, interactuando con el medio productivo, social y cultural para constituirse como agentes de desarrollo. Así es que avanzan hacia nuevas formas de producción del conocimiento, con contenidos curriculares flexibles sustentados en el trabajo interdisciplinario y la investigación aplicada. La asociación de esfuerzos con otras universidades e instituciones contribuye a fortalecer acciones que las ubiquen como actores relevantes del desarrollo local y regional. En este sentido, los procesos de Autoevaluación Institucional -como el realizado recientemente por nuestra Universidad Nacional local- orientan la adopción de Programas de Mejoramiento a mediano plazo con objetivos precisamente establecidos, en los que se promueve la superación de los aspectos deficitarios verificados, la consolidación de los valorados positivamente y la expansión de las capacidades potenciales existentes.