¿En que los universitarios cooperamos para el mantenimiento del orden social existente? Es la pregunta que nos llevó desde la Secretaria de Extensión de la Facultad de Psicología a trabajar en el Programa Casas por Cárceles de la Unidad Penal XV de Batan.
De esta manera, un grupo de profesionales psicólogos, estudiantes de psicología y artistas de la comunidad conformamos el equipo “Clínica de la desinserción social” buscando intervenir en el proceso de transición encierro – libertad.
Poder posicionarnos ahí, donde se deposita lo que se pretende excluir de lo social, nos permite hoy pensarque la detención es el punto final de un proceso de expulsión que comenzó previamente a la judicialización, con la marginalidad, siendola pena privativa de libertad, el desenlace que refuerza y cristaliza esta dinámica de exclusión.
El sujeto que reincide nos habla de una sociedad hostil, de un afuera donde no encuentra lugar, donde a la hora de buscar un trabajo se encuentran con el peso de los antecedentes penales, sin estudios, sin formación, una olla vacía, y una familia que demanda sustento. Perdiendo los sostenes identificatorios, vuelve a responder desde los estereotipos aprendidos, lo que trae una solución: borrarse de una escena social, con lo que no puede. Y es así como la reincidencia alcanza tazas alarmantes en nuestro país, agregando más deterioro al deterioro.
La Unidad Penal XV, luego de un largo proceso, ha podido alojar a los integrantes de este equipo, que ha ido instalando preguntas por otros modos de pensar y otros modos de actuar que devinieron en nuevos dispositivos y nuevas prácticas que buscan hacer del programa Casas por Cárceles un espacio subjetivante, en cuyo seno, las personas próximas a recuperar su libertad puedan hacer un trabajo que les permita anticiparse a los desafíos y obstáculos que se presentan en el afuera, construyendo herramientas diferentes.
Excluir a los hombres de las instituciones sociales, crea condiciones que avalan y justifican la impunidad de un poder que encierra la subjetividad colectiva e individual en el juego siniestro del aislamiento y la dominación. Es por esto que nos interesa recuperar la potencia de la Universidad para poder considerar, siguiendo a Guattari, en qué medida por pequeña que sea, cada uno puede trabajar en el levantamiento de máquinas revolucionarias políticas, teóricas, libidinales y estéticas que puedan acelerar la cristalización de un mundo de organización social menos absurdo que el que soportamos hoy en día.