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Las pesadillas nos interrumpen el placer del descanso en el instante exacto de lo soportable. Para algunos son sueños de angustia, para otros tienen una textura especial ya que no son cualquier sueño de angustia. En principio porque se trata de sueños interrumpidos, insistentes, repetitivos, despiertan una angustia tremenda, están compuestos de imágenes visuales o sonoras terroríficas y perseguidoras, son vívidos pudiendo recordarse más allá del paso de los años y por ello ser ancestrales y hasta llegar a analizarse en la vida adulta aún cuando se experimentaron en la infancia.

Los niños "pesadillan" con monstruos y cada quien tiene los suyos. Las caras de un goce  perplejo, inquietante, inmóvil, pétreo, parece congelar al sujeto en las pesadillas al punto de no dejarlo huir o hacerlo correr en cámara lenta, paradojas del proceso primario del Inconsciente donde la atemporalidad es la regla. A su vez las pesadillas intentan escribir algo que queda inconcluso, lo logran parcialmente porque el sujeto recuerda el sueño, mejor dicho su pesadilla, hasta puede determinarle el talante de todo su día: "soñé algo terrible…soñé que me moría". Porque la pesadilla tiene una extraña relación con la muerte, con el pesar, con el ahogo y el sufrimiento, con un compás de espera hacia lo peor y en eso se aleja un tanto de ser un sueño de angustia típico, parece de otro mundo, de otra estofa.

El término "pesadilla" no es muy utilizado en la bibliografía psicoanalítica. Freud lo ha utilizado escasamente a lo largo de su obra para referirse a los sueños en los que se despierta con angustia. Otros autores psicoanalíticos se dedicaron al tema como Otto Fenichel quien dirá que son sueños fracasados aludiendo a la característica de que interrumpen el placer de dormir que Freud  magistralmente señalaba con su premisa canónica: "el sueño es el guardián del dormir", porque el sueño permite mantener el aparato psíquico dentro del principio del placer es decir utilizando pequeños volúmenes de energía en pos del deseo de dormir.

Las pesadillas serán sueños de angustia para  Ernest Jones, psicoanalista inglés quien trabajó intensamente el tema en su libro homónimo.  Afirma que las características de la pesadilla son: inmovilidad, miedo mortal y sensación de opresión que dificulta la respiración. Además se dedicó a investigar las grandes figuras del mal pesadillesco sosteniendointeresantes planteos. A saber, en el imaginario colectivo del  Medioevo existían las brujas, el diablo, Drácula y el hombre lobo, para representarlas pasiones sexuales simbolizadas por esos monstruos queproyectaban el mal al exterior y quela función de religión de los hombres vendría a regular. Lucha entre el bien y el mal, los más grandes crímenes se han cometido en nombre de la iglesia, del pecado, de los grandes ideales, aún cuando aniden dentro de los propios hombres.

El mal, las pesadillas. Muchas son las versiones que se tienen del origen de las últimas que van de la indigestión, a los dolores, pero las más aceptadas en el terreno de la ciencia "psi" son aquellas en que señalan determinadas situaciones o personas que ponen en jaque al sujeto, quien no puede elaborar sus efectos conscientemente,  y se manifiestan como una suerte de persecución al durmiente haciéndolo despertar.

Existen diferencias centrales entre los terrores nocturnos y las pesadillas. Los primeros pueden ser normales en niños pequeños, son episodios que no despiertan y ocurren por causas del desarrollo, aunque si fueran muy repetitivos habría que considerar otros factores en su diagnóstico. En cambio, las pesadillas, son sueños "con recuerdo" y una de las características centrales es que ponen una cara y una forma al sufrimiento. En este punto, cuentan con un mayor grado de simbolización.

¿Cómo abordarlas terapéuticamente? En Psicoanálisis se trata de poner nombre particular a las cosas, de ese modo cada quien podrá decir quién o qué es su pesadilla y de ese modo analizar su posición ante un conflicto. La forma singular de abordar la subjetividad es lo que nos hace únicos dentro de la humanidad.

En líneas generales, las pesadillas pueden decirse, están más cerca del Inconsciente y sus huellas mnémicas que el sonambulismo y el bruxismo dentario nocturno que privilegian el actuar, aunque los tres fenómenos pueden ser tres modos particulares de dormir y soñar. Dedicarnos a su estudio y abordaje en cada caso resulta de interés para el psicoanálisis. Sobre todo si hay un sujeto dispuesto a hablar y a preguntarse sobre su malestar, el analizante, y si hay quien en posición de analista le haga signo su decir. A veces, el sujeto que concurre a sesión y asocia libremente, lo hace anestesiado e inconsciente y es en lo que en el analista resuena que retorna un nuevo decir. Un analizante decía "diste en el clavo" cuando se toca algo de lo que permanecía dormido. La pesadilla hace eso mismo "da en el blanco" pero de modo salvaje, será necesario poder seguir tejiendo con el hilo que se soltó.

Dentro de la expresión doblemente inconsciente, también se alude a los conceptos de letra y significante desde parte de la obra de Lacan. Existen distintas texturas del lenguaje humano, como la condensación significante bajo la cual se posiciona el sujeto del inconsciente y la materialidad de la palabra, que aluden a la utilización de la expresión doblemente inconsciente por cuanto señala lo simbólico y lo real del lenguaje,  se piensa a la letra como lo doblemente inconsciente que es facilitado por el estado del dormir. Las pesadillas están más cerca del Inconsciente,  mientras que el bruxismo dentario y el sonambulismo no tanto ya que entronizan al actuar.

Hay diferentes estados del lenguaje que manifiestan la afectación del cuerpo por ellos. Marcas que no logran escrituras inconscientes o percepciones que no logran un entramado asociativo mediante las huellas, o huellas mnémicas que no producen trabajo, por eso el sueño se interrumpe, como en las pesadillas. Sin embargo la posibilidad de sintomatizarse o hacerse preguntas por su sentido inconsciente de los síntomasconstituye una posición ética durante el análisis, al igual que trabajar con el sufrimiento humano.

 

Mg. María Cecilia Anton

mariaceciliaanton@gmail.com.ar


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