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El Laboratorio de Idiomas es creado, en el ámbito de la Universidad Nacional de Mar del Plata, en 1975. En 2015, cumple 40 años, aunque, de hecho, tiene antecedentes en la Universidad Provincial desde 1969. Hacia el interior de la Universidad Nacional de Mar del Plata, hoy, depende de la Facultad de Humanidades.
Desde fines de la década del 60 hasta el presente, el Laboratorio de Idiomas brinda a la comunidad intra y extrauniversitaria adulta formación en idiomas extranjeros. Siempre ha sido mayor el número de alumnos de la misma comunidad universitaria que de la sociedad marplatense (70/30%).
En la última década, viene ofreciendo, anualmente y de manera aproximada, 70 cursos arancelados, que se dictan entre las 08.00 y 22.30hs., de siete lenguas modernas: inglés, portugués, francés, italiano, alemán, chino y español como lengua extranjera, a cargo de una treintena de profesores, quienes atienden un promedio de 1100 alumnos. Además, de acuerdo con la demanda, brinda talleres cortos con fines específicos o de lenguas modernas no convencionales para nuestra cultura.
Es interesante destacar que, durante sus primeros años de vida, confirmando la razón de su creación, el Laboratorio de Idiomas satisfizo la formación en lenguas extranjeras de los estudiantes del grado universitario. Con los años, dicha función fue concentrándose en cada una de las facultades, convirtiéndose en requisito de graduación.
De manera gradual, a lo largo de estas largas cuatro décadas, la competencia en una lengua extranjera pasó de ser instrumental a ser constituyente del grado universitario y mucho más del postgrado. Dicho de otra manera, en las últimas décadas, a la comunidad universitaria no le resulta suficiente solamente leer, con ayuda de diccionario y/o gramática, en una lengua extranjera; la comunidad universitaria, además, debe ser competente, en al menos un idioma extranjero, en las cuatro destrezas lingüísticas: leer, escribir, hablar y comprender y acreditar un nivel equivalente a B2 (usuario independiente) según el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas.
Esta nueva realidad deviene, por un lado, del perfil globalizante de la cultura y la masificación de los nuevos medios de comunicación y, por otro y en el caso del ámbito académico-científico, de la internacionalización de la educación superior y, como una de sus consecuencias, la movilidad de estudiantes y profesores y el trabajo cooperativo entre instituciones de diferentes países.
La Unión Europea viene ejecutando, hasta 2020, un programa Mobility strategy for the European Higher Education Area, que crea las condiciones para el desarrollo de políticas educativas vinculadas con la internacionalización de la educación superior, donde la titulación compartida, la movilidad de estudiantes, profesores y científicos y la colaboración entre grupos académicos y empresas de distintas nacionalidades son, por nombrar algunos, aspectos fundantes de dicho programa.
España, en la misma línea, está ejecutando, desde 2011, un programa político, denominado Estrategia Universidad 2015, que atiende, además de la internacionalización de sus estudios superiores, las dimensiones de la calidad, lo social y la empleabilidad.
EE.UU., por su parte y a modo de ejemplo, responde, aunque con variantes coyunturales e históricas, a una concepción donde la educación superior es un comercio y, por eso mismo, toda acción, como la internacionalización y aun la movilidad, que permita desarrollarla es explotada. Véanse por casos el Tratado de Libre Comercio (NAFTA), 1994, y el CAFTA de Centroamérica del ALCA, 2005, por los cuales EE.UU. habría aumentado su presencia comercial de educación superior en América Latina y el Caribe a través de la modalidad a distancia.
Por nuestra parte, el MERCOSUR enfatiza, en la XXVI Reunión de Ministros de Educación de los Países del MERCOSUR, junio 2004, la definición de la educación superior, como un bien social y de responsabilidad pública, cuya internacionalización y cooperación internacional deben basarse en valores académicos y culturales.
En este contexto, debemos aceptar que ninguna acción que se postule para la internacionalización llegará a feliz término si los actores no comparten una misma lengua y, también, una competencia intercultural de base que facilite las relaciones académico-científicas.
Estudiantes, graduados recientes e incluso docentes nóveles vienen identificando su déficit y deciden, individualmente, invertir en su formación en una lengua extranjera; algunos en este Laboratorio de Idiomas; otros, en instituciones privadas y/o en clases particulares. En todos los casos, esta decisión exige dinero y tiempo. Quizás valga imaginar escenarios futuros donde, en el grado universitario, cuya cursada se extiende en promedio durante 6 años, estudiar al menos una lengua extranjera, se convierta en parte integrante del plan de estudios y no solo requisitoria de titulación.
Hoy y a pesar de que el Laboratorio de Idiomas no participa en el grado ni en el postgrado, es la única dependencia del sistema universitario público que tiene la autoridad académica para certificar el nivel de competencia de un individuo en una lengua extranjera en particular, haya o no cursado y aprobado en esta dependencia.

Prof. Dipl. Adriana M. Cortés, directora
Laboratorio de Idiomas, Facultad de Humanidades UNMdP
idiomlab@mdp.edu.ar
Mayo, 2015.

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