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PEPBA 2020

por Ing. Fernando M. Clara

Las arterias están formadas por capas de fibras elásticas que les brindan distensibilidad, intercaladas con fibras musculares que aumentan o disminuyen su diámetro para controlar el caudal circulatorio. Su interior esta tapizado por un tejido llamado endotelio que impide que se deposite el colesterol, sensa presión y flujo, y libera sustancias que controlan al músculo de la pared arterial.

El envejecimiento arterial es lento y complejo. Las fibras elásticas de las arterias principales, como la aorta, se rompen por la fatiga mecánica desarrollada por las variaciones cíclicas de la presión arterial, y no pueden ser reemplazadas. El endotelio pierde su capacidad funcional y como consecuencia el músculo de la pared de las arterias menores pierde la capacidad de relajarse y contrae crónicamente, aumentando la presión arterial. Al debilitarse o enfermarse el endotelio la pared arterial se inflama y comienzan a depositarse sustancias diversas, entre ellas el colesterol, que forman abultamientos y pueden llegar a obturar la arteria, produciendo eventos tales como un infarto cardíaco o una isquemia (falta de riego) cerebral. La inflamación de la aorta culmina con el transcurso del tiempo con la calcificación de sus paredes, que quedan prácticamente rígidas, dificultando el bombeo cardíaco.

Los denominados factores de riesgo aceleran el deterioro arterial, siendo algunos de ellos inevitables. La edad es el principal factor de riesgo, pues no estamos diseñados para vivir eternamente. La herencia genética impone una predisposición, aunque no una certeza. Los restantes factores son evitables pues dependen de nuestra conducta y hábitos de vida, entre ellos la obesidad, la hipertensión, el colesterol elevado, la diabetes, el sedentarismo, el tabaquismo, el estrés, etc. Prácticamente todos ellos de una forma u otra terminan agrediendo al delicado endotelio, dando inicio al proceso de deterioro arterial mencionado.                  

Está comprobado y es indiscutible que los hábitos de vida saludables como el cuidado de la alimentación y la actividad física permanente retardan el envejecimiento. Las arterias sanas aseguran una mejor calidad de vida, lo cual es mejor aún que una vida prolongada.

El envejecimiento arterial puede ser evaluado y medido mediante una técnica llamada tonometría, que consiste en registrar la forma de onda de la presión arterial u onda de  pulso en la zona de palpación de la muñeca. La misma depende de la velocidad con la cual viajan las variaciones de presión y del efecto de diversas reflexiones que se producen en el trayecto. Al avanzar la edad aumenta la velocidad de propagación porque las paredes arteriales se tornan más rígidas, y aumentan las reflexiones porque el endotelio pierde su capacidad de relajar al músculo arterial.  Para cada edad hay una forma de onda de pulso característica que depende de la elasticidad de las paredes arteriales, lo cual permite fácilmente determinar el grado de envejecimiento de una persona al compararla con el promedio correspondiente.

La aparición de alteraciones tempranas en la forma de onda de pulso antecede al desarrollo de las enfermedades cardiovasculares, revelando un aumento de la velocidad de propagación o de la amplitud de las reflexiones de presión. Estas alteraciones funcionales tempranas pueden ser revertidas o retardadas mediante hábitos de vida saludables o tratamiento farmacológico. Otras técnicas de diagnostico actuales permiten la detección de obstrucciones arteriales, por ejemplo en las arterias coronarias que irrigan al corazón o en las carótidas que irrigan al cerebro. Pero no detectan anormalidades mientras se están desarrollando, y cuando lo hacen, la arteria ya está parcial o totalmente bloqueada.

El Servicio Universitario de Salud y el Laboratorio de Bioingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata implementan en forma gratuita desde hace 10 años un Programa de Evaluación Arterial para Pacientes Cardiovasculares, destinado a la comunidad en general, basado en el análisis de onda de pulso arterial.

Estos estudios, realizados por prescripción médica, permiten determinar si un caso de hipertensión es reciente o de antigua data, o si la dislipemia o la diabetes han comenzado a alterar las paredes arteriales. También permiten evaluar la efectividad de un tratamiento farmacológico analizando la evolución del paciente a lo largo del tiempo.

De esta forma la Universidad contribuye al bienestar de la comunidad, poniendo a su alcance una tecnología disponible solo en unos pocos centros de salud de excelencia del país.

 

 

 

 

 

    

            Joven                                      Adulto                                     Anciano

 

Evolución de la onda de presión con la edad

Al aumentar la edad las paredes arteriales pierden su distensibilidad juvenil y se altera la forma de la onda de presión arterial en el brazo. Comparando a cada paciente con el promedio de los individuos sanos de su edad, puede evaluarse el envejecimiento de sus arterias y adecuarse el tratamiento farmacológico.

 

 

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