El  Royal Hotel y la consolidación de Mar del Plata como balneario nacional

Arquitecta María Isabel Fernández (*)

Con la llegada del ferrocarril en 1886, se iniciaron las temporadas veraniegas de Mar del Plata.  Para entonces son diez  los hoteles registrados, y entre ellos el hotel El Globo, que se reinaugura más tarde como Royal Hotel, en la manzana delimitada por las calles Santiago del Estero, Santa fe, 9 de Julio y diagonal Alberdi, donde antes funcionara la legendaria Fonda del Huevo.

Este primer edificio, de planta baja y un piso alto, correspondía, según cuenta el arquitecto Roberto Cova, al tipo funcional criollo: habitaciones en tira con circulación por galerías abiertas.

Los testimonios recogidos de publicaciones de la época dan cuenta de que dichas habitaciones daban a un patio central, en el que su propietario plantó un nogal traído de Italia, que sobrevivió a los cambios edilicios por más de 50 años. Tal fue su valor simbólico que fue protagonista de una nota periodística publicada en 1925[i] (diario La Capital “El roble añoso”), donde se menciona a personajes como Bartolomé Mitre entre aquellos que se cobijaron bajo su sombra.

Los salones de fiestas del Royal competían entonces con los del Club Mar del Plata, y los hoteles Bristol y Regina (inaugurado en 1916). Allí se desarrollaba la actividad mas destacada del veraneo de las clases altas.

El hotel Royal comenzó en la década del 30 otra etapa en su crecimiento, con una nueva ampliación de 75 habitaciones con cuartos de baño, con un lenguaje arquitectónico moderno que respondía a la moda europea para edificios recreativos costeros: el yacht Style. Al edificio original se agregó un volumen prismático, de aspecto racionalista, que se construyó a lo largo de la calle 9 de julio, formando una L con el primer edificio.

La articulación formal entre el viejo edificio y este nuevo volumen lo constituía el salón comedor, orgullo de sus propietarios, obra del arquitecto italiano Francisco Terencio Gianotti (1881-1967), cuya importante producción en la década del 30 mezcló tendencias internacionales con rasgos racionalistas y Art Decó. Fue autor, entre otras obras importantes, de la confitería El Molino en la ciudad de Buenos Aires.

En los años 40 el Royal Hotel continúo sus actividades sociales como la Fiesta del Peinado, la Fiesta de la Tradición y los festejos de carnaval para mayores y para niños. Tampoco detuvo su crecimiento y su adaptación a estos nuevos tiempos. Complementó entonces sus instalaciones con una pileta de natación con agua de mar, inaugurada en 1942, obra del arquitecto Raul A. Camusso.

A partir de la década del cincuenta el turismo en la ciudad se volvió masivo y cambió definitivamente su componente social, las clases medias asalariadas llegaron a partir de los cambios en materia de legislación laboral y el fortalecimiento económico de los sindicatos, que eligieron Mar del Plata como uno de los destinos turísticos para sus afiliados. A tal efecto muchos tradicionales hoteles marplatenses fueron comprados por los sindicatos, entre ellos el Royal Hotel.

Si bien siguió prestando sus servicios normalmente por algunos años, pronto se hizo evidente la necesidad de realizar inversiones para evitar el deterioro del mismo.

El abandono de los últimos años hizo el trabajo final, hoy es casi imposible reconocerlo, y difícil será recuperar aunque sea algo del lejano esplendor.

(*)Arquitecta, docente investigadora de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Integra actualmente el proyecto de investigación dirigido por la Arq. Perla Bruno y codirigido por el Arq. Carlos Mazza: “Recursos naturales y arquitectura en la definición de los puntos de interés turístico de la provincia de Buenos Aires”

Agradecimiento: a la arquitecta Sandra Rubertis por el aporte de su colección de Revista Playa.