José María Gil. Profesor Adjunto, Facultad de Humanidades UNMDP. Investigador Adjunto, CONICET

Gracias a la evidencia lingüística y neurológica sabemos que el lenguaje es un sistema biológico, de manera concreta, un sistema representado en la corteza cerebral.

La corteza cerebral es una red. Los nodos de esta red son neuronas y las conexiones entre los nodos son fibras nerviosas, axones y dendritas. Las investigaciones en neurociencia perceptiva, como las de Vernon Mountcastle, han permitido entender cómo se procesa la información en la corteza cerebral. En verdad, los nodos no son neuronas individuales sino columnas de neuronas con diferentes funciones e interconectadas entre sí (y con las neuronas de otras columnas).

Por supuesto, las palabras que decimos u oímos no están guardadas dentro del cerebro. Ni las neuronas ni las columnas corticales almacenan símbolos de ninguna clase (como oraciones, palabras, partes de palabras o letras). Las neuronas y las columnas corticales emiten activación eléctrica a otros nodos. Esta activación se dirige a muchos otros nodos de manera simultánea y la fuerza de la activación depende a su vez de la fuerza de la activación entrante. Un nodo es capaz de hacer lo que hace porque se conecta con otros nodos.

Consideremos un ejemplo muy simple como la expresión castellana gato. Cuando una persona oye gato, en el cerebro de ese persona se activa una red que consta de varios nodos, para empezar, una imagen auditiva en el área auditiva primaria que se conecta con un nodo en el área de comprensión fonológica, conocida como área de Wernicke. (El área auditiva primaria y el área de Wernicke están en el lóbulo temporal). A su vez, ese nodo de la compresión fonológica (el área de Wernicke) se conecta con un nodo del área de producción fonológica, conocida como área de Broca, en el lóbulo frontal. Las áreas de Broca y Wernicke (la producción y la comprensión fonológica) están conectadas por un tracto de fibra blanca, lo que permite que las activaciones entre ambas áreas se desplacen a altísima velocidad: Se trata del fascículo arqueado. A su vez, el área de Broca se conecta con los nodos del área articulatoria, que maneja los gestos articulatorios que permiten producir la forma hablada que rotulamos como gato.

Por otra parte, el significado de una palabra tan simple como gato incluye una amplia y compleja variedad de aspectos. Por ejemplo, conocer el significado GATO involucra saber cómo se ve un gato (una red visual de cientos de nodos, en el lóbulo occipital), saber qué ruidos hace un gato (una red auditiva, en el lóbulo temporal), saber cómo se siente un gato al tocarlo (una red somatosensorial, en el lóbulo parietal) o relacionar una serie de conceptos (el nodo de gato se activa por la información proveniente de otros conceptos como animal, felino, doméstico, etc.).

Estas redes de significados tienen que estar conectadas con la información fonológica. Para ello hay nodos léxicos cuya función es, dicho muy toscamente, conectar el significado con el sonido. Según el neurolingüista norteamericano Sydney Lamb, la evidencia neurológica todavía es todavía algo difusa en este aspecto, pero puede suponerse que el nodo léxico para gato debe estar representado en la circunvolución angular, en la parte inferior del lóbulo parietal, cerca del área de Wernicke (que está en lóbulo temporal). El nodo léxico de gato no sólo se conecta con redes sensoriales-perceptivas como las antes mencionadas, sino también con nodos correspondientes a información abstracta asociada a los gatos. Desde luego, esta información abstracta depende de las experiencias individuales con los gatos y cambia de una persona a otra.

La Figura 1 es una red relacional que intenta empezar a ilustrar cómo lo que creemos una simple palabra es en realidad una vasta y compleja red, formada de nodos e interconexiones. Por supuesto, muchos de los nodos de la red para gato forman parte de la red para ratón, pato, y muchas otras palabras más. Lo que permite distinguir un nodo de otro es su posición en la red, definida a partir de la convergencia de nodos que no se comparten. Por su parte, la red es también lo que permite que cuando una persona oye gato se activen los nodos fonológicos representados como g, a, t y o, los cuales (a su vez) activan el nodo léxico representado como gato.

Las redes del sistema lingüístico del cerebro funcionan en diferentes direcciones. Por ejemplo, cuando una persona ve un gato, la activación va desde la retina de la corteza visual primaria a estratos más altos de la visión y, luego, en alrededor de 150-200 milisegundos, activa los nodos visuales de alto nivel dedicados a GATO, desde donde continúa la activación para llegar al nodo léxico de gato. De manera alternativa, la información también puede ir de la cóclea al área auditiva primaria, desde donde se esparce la activación al área de Wernicke, que a su vez se conecta con el nodo léxico, que, como dijimos, se conecta con la información visual o somato-sensorial. La consecuencia de todo esto es que cuando una persona oye gato también es capaz de visualizar un gato, experimentar la sensación de tocar un gato, o de pensar en gato.

Otra conclusión intrigante es que las palabras no tienen significado, sino que se conectan con significados. La Figura 1 permite empezar a ilustrar que el nodo para gato se conecta de forma ascendente con varios significados distintos, que aquí se representan como chica-que-trabaja, danza, peluca, felino doméstico. En la corteza cerebral de una persona, una forma hablada activa una red que se conecta (a través de muchos pasos) con la red cortical que representa el significado correspondiente a esta palabra. Dicho toscamente, las representaciones corticales de las palabras habladas se conectan con las representaciones de sus significados.