Turismo, turistas y anfitriones, a partir de esta trilogía nos aproximaremos  a comprender el funcionamiento del  turismo a través de sus principales  actores y de las relaciones que se establecen en un destino turístico.

No existiría el turismo sin turistas. Desde la antigüedad los individuos se han movilizado por diferentes motivos y, entre ellos, cobra inusual importancia la curiosidad que despierta lo desconocido o,  el placer que produce retornar a destinos turísticos para disfrutar de sus novedades.  El hombre es un ser curioso y el mundo es objeto de su curiosidad.

Evidentemente el turismo es, en realidad, un gran medio de comunicación que proporciona la oportunidad de satisfacer esa curiosidad innata del ser humano, su deseo de aprender, en directo, desde el  lugar de los hechos y contrastar con su bagaje cultural y su experiencia vivencial.

En este ejercicio intelectual, además de satisfacer la curiosidad, se abandona el cómodo entorno del bienestar cotidiano y rutinario, para enfrentarse a nuevas realidades sociales y culturales, algunas menos confortables que otras, lo que proporciona la opción de poner a prueba las capacidades personales ante lo extraño, ante lo ajeno y ante los “otros”, los que nos reciben en el destino elegido. El turista necesita  de los “otros”,  muchos otros con los cuales establecerá diferente tipos de relaciones en pos de satisfacer sus necesidades.

Al definir al turismo moderno como un medio de comunicación cultural, no se puede dejar de precisar que no existe una única motivación para emprender un viaje turístico. Se puede viajar para conocer y descubrir, pero también para descansar,  practicar deportes, por salud, hacer compras, entre otras más, y estas motivaciones no actúan sobre el individuo de forma independiente sino que se combinan entre ellas.

Si se acepta el concepto de turismo como un medio de comunicación también se tiene que aceptar que existen dos interlocutores identificados técnicamente como “anfitrión” y “turista” que se encuentran en un espacio y establecen un tipo de relación asimétrica: mientras para unos es su tiempo de trabajo para los otros es su tiempo de ocio; para unos es el lugar de sus prácticas habituales, lo conocido, y para el otro es el lugar de lo no-cotidiano, de lo desconocido.

Las palabras comienzan a jugar un rol muy importante en esta relación asimétrica. Las palabras comunican y la comunicación es el acto por el cual un individuo establece con otro un contacto que le permite trasmitir sus ideas, emociones, opiniones y recibir respuesta de su interlocutor. La tarea del anfitrión turístico consiste en ubicarse como traductor y decodificador para el visitante  del lugar que habita. El rol del anfitrión es fundamental pero no exclusivo. Otro tipo de actores intervienen en la comunicación del destino: guías de turismo,  de museos,  de aventura,  expertos profesionales, educadores, etc. Podríamos decir que su tarea es poner en palabras los temas que necesita comunicar al turista de tal manera que pueda facilitarle la comprensión y conocimiento del sitio visitado.

El anfitrión se transforma en un actor social más del turismo. El habitante de la comunidad receptora es quien recibe al turista. De esa comunidad surgen los empleados que ocupan los puestos laborales en las empresas que alojan,  alimentan,  transportan y entretienen al turista. Ellos son los anfitriones activos, los que están en contacto directo con el visitante. Otra parte de la comunidad solo tendrá encuentros ocasionales,  cuando comparta los mismos espacios de tránsito y la oferta de actividades, a esos los llamamos anfitriones pasivos. Igualmente  participan interactuando  con los turistas al orientarlos sobre la  ubicación de lugares, calles o atractivos, o bien trasmitiendo información en materia cultural, religiosa, histórica,  geográfica y ambiental, con la intención de enriquecer la experiencia del turista y que pueda satisfacer su curiosidad, pero también para ayudarlo a comprender y valorar en toda su extensión el sitio visitado.

En un destino turístico, esta tarea no puede estar  librada a la buena voluntad de la comunidad residente. Las instituciones oficiales deben prever instancias de capacitación para formar  anfitriones  turísticos que puedan satisfacer con  solidez los requerimientos de información de los visitantes y que faciliten la preparación del residente para lograr una sensibilización profunda sobre el patrimonio natural y cultural del sitio donde  se reside

Es una realidad que, a pesar de vivir años en una ciudad, nunca terminamos de conocerla a fondo, siempre hay lugares nuevos y otros de los que no hemos tenido conocimiento o que nunca hemos visitado. Una comunidad que desconoce sus propios “tesoros”, su patrimonio cultural y natural, y que está escasamente informada de sus problemáticas ambientales, es una comunidad que poco podrá hacer para mejorar su calidad de vida y que se estará perdiendo la oportunidad de disfrutar de sus propios atractivos, aquellos por los que viajeros del tiempo libre hacen kilómetros para llegar a conocerlos.

Lic. Maria Cristina Murray

Docente virtual Curso Anfitrión Turístico

FCEyS -UNMdP