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En la vida cotidiana usamos muchos productos líquidos (como los de limpieza, o los diluyentes para pinturas) que pueden resultar nocivos o tóxicos tanto para la salud humana como para el medio que nos rodea. Por ello, actualmente existe un interés masivo en reducir o eliminar el uso de esos productos convencionales reemplazándolos por otros a los que llamamos productos ecológicos o “verdes”, sumándonos a la consigna de “cuidar el planeta”.

En el área de la tecnología química, y como pilar de un proceso innovador, se busca algo similar que consiste en eliminar o reducir el uso de solventes con diferentes grados de toxicidad por  otros menos nocivos. Uno de los elegidos para cumplir con lo que nos proponemos es el gas que se usa para fabricar las gaseosas o la soda que incluimos en nuestras comidas. En las deseadas burbujas de la soda encontramos una sustancia que sirve como “solvente verde”, y que los químicos llamamos dióxido de carbono.

Este gas, para poder ser usado en algunos procesos químicos, debe estar a una presión y temperatura por encima de ciertos valores con el fin de poseer propiedades particulares y muy diferentes a las que tiene el gas que se encuentra en las gaseosas. En esas condiciones particulares, se dice que el gas está en un estado de “fluido supercrítico”, y así es considerado un solvente limpio que hace bandera en la “química verde”. Ésta, en general, busca procesos para obtener los mismos productos que la química tradicional de manera menos contaminante y también producir sustancias no contaminantes que sustituyan a otros productos perjudiciales pero necesarios para la sociedad.

El equipamiento para poder trabajar con un gas a alta presión (por encima de 100 atmósferas) es relativamente costoso, pero el proceso es valioso para el desarrollo de materiales de alto valor añadido. Un equipamiento a escala de laboratorio que usa el gas a alta presión fue diseñado y construido dentro de las actividades de investigación que se desarrollan en el INTEMA (Facultad de Ingeniería, UNMDP). Diversos procesos químicos que usan este gas a presión se llevan a cabo para obtener nuevos biomateriales, es decir, materiales que se aplican a seres vivos con el fin de tratar, regenerar o reemplazar algún tejido, órgano o función del mismo. Dada la importancia de estos materiales como implantes para el cuerpo humano es necesario obtenerlos con un grado de pureza elevado y eso requiere el uso de procesos limpios que no dejen residuos de solventes tóxicos ni de sustancias nocivas para el organismo.

Actualmente, la colaboración académica con grupos internacionales, a través de diversos Programas de Cooperación Internacional, ha permitido incrementar las capacidades técnicas y ha promovido nuevos desafíos. Como resultado de la colaboración directa con el Dr.-Ing. Philip Jaeger (Docente de la Universidad Técnica de Hamburgo y Gerente de la empresa Eurotechnica de Alemania) se ha logrado implementar un proceso que permite incorporar en diversos materiales una sustancia natural antibacteriana extraída de un liquen de nuestra Patagonia. La particularidad de ello es que el producto final adquiere la propiedad de combatir bacterias multi-resistentes como el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (cuya sigla en inglés es MRSA). Esta bacteria es causante de diversos procesos infecciosos que van desde infecciones en la piel  hasta enfermedades sistémicas que pueden provocar la muerte. Dado que este organismo resulta ser resistente al tratamiento con diversos antibióticos, es importante lograr materiales con propiedades antibacterianas frente a este tipo de patógenos.

La singularidad del proceso desarrollado es que logra integrar tres etapas diferentes que convencionalmente se realizan por separado: - extracción de una sustancia activa desde una fuente natural; - impregnación de un material; - formulación de un producto final. Esto trae como beneficio una reducción de los costos y optimización de los tiempos del proceso global.

Los productos preparados fueron evaluados por el Grupo de Investigación en Ingeniería en Alimentos de la Facultad de Ingeniería UNMDP para conocer el poder antibacteriano frente a microorganismos patógenos. Los resultados obtenidos fueron muy alentadores ya que demostraron el poderoso efecto antibacteriano de los biomateriales y su potencial para combatir el desarrollo de infecciones.

La versatilidad de este desarrollo hace que la idea pueda ser ampliada a otras aplicaciones donde se busque desarrollar otros materiales con propiedades específicas en el área biotecnológica.

Dra. María A. Fanovich (Investigadora Independiente CONICET, Prof. UNMDP)

Ing. María Victoria Álvarez (Becaria doctoral CONICET, Ayudante UNMDP)

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