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Por Pablo Javier Melara[1]

El conflicto bélico del Atlántico Sur de 1982 representa un hito en la historia argentina contemporánea. También en la de nuestra ciudad. En aquellos días de guerra, Mar del Plata tendría una activa participación. Cientos de hombres partirían hacia el sur a cumplir distintas misiones. Muchas de esas historias han sido poco publicitadas. Una de ellas tuvo como protagonista al submarino ARA San Luís.

La tripulación del buque estaba compuesta por 35 marinos, comandados por el Capitán de Fragata Fernando Azcueta. La experiencia bélica del San Luís comenzó el 11 de abril, cuando recibió la orden de partir desde Mar del Plata hacia el sur. En esos momentos la flota inglesa, integrada por más de cien barcos, se dirigía hacia el Atlántico Sur con el objetivo de retomar el control de las islas recientemente recuperadas por la Argentina.

Rumbo a la Guerra

Durante la travesía se produjo la avería de la computadora control tiro. Lo cual era una limitación, que resultaría determinante, en el uso de armas. Pese a estas deficiencias, a finales de Abril, el San Luís ingresó en zona de guerra.  

En la madrugada del 1 de Mayo, poco después de las 4 de la mañana, se produjo el primer ataque aéreo por parte de Gran Bretaña a las posiciones argentinas en Malvinas. La guerra real había comenzado.

 El San Luís, iba a tener su bautismo de fuego ese día. Encontrándose al norte de las islas Malvinas, en cercanía del estrecho de San Carlos, los sonaristas detectaron un destructor británico. Cuando el blanco estuvo a distancia de tiro, el comandante Azcueta dispuso el lanzamiento del torpedo. Debido a la rotura de la computadora de control tiro, debieron efectuar el ataque sobre la base de cálculos manuales. Minutos después del lanzamiento, hubo evidencias de que no se había logrado dar en el blanco. Producido el primer ataque, la respuesta británica fue instantánea. El San Luís fue atacado por las fuerzas antisubmarinas inglesas, buques de superficie y helicópteros. 

Uno de los tripulantes, Rafael Guaraz, en su diario personal, escribió:

“…creo que el día 1 de Mayo de 1982 quedará grabado en mi mente y en la de todos los que estamos aquí como el día mas largo, angustioso, infeliz y desesperado de todos los vividos hasta ahora.

Nunca yo, hasta ahora, me sentí tan cerca del fin como ayer…esta cacería duró todo el día y se prolongó hasta la madrugada de hoy (2 de Mayo)”.

Otro tripulante, “Tito” Rocha, recuerda ese encuentro cercano en su diario:

“… Creo que el día de ayer no se borrará nunca de nuestras mentes. Fue fatal. Tuvimos nuestro primer encuentro en combate real con el enemigo. Todo comenzó a las 8 de la mañana del 1 de mayo. Atacamos fallidamente y ellos nos descubrieron. Y no nos dejaron todo el día. Recién a las 2 de la mañana del día de hoy pudimos eludirlos. Nos torpedearon… pero gracias a Dios logramos eludir el torpedo. Y luego nos tiraron bombas que…no dieron en el blanco y hoy nos siguen buscando. Ojala que no nos encuentren. Lo que pasamos ayer es algo insufrible…”

Desde el Fondo

Una de las ventajas que tuvo el San Luís para evitar ser atrapado por los buques ingleses fue que éstos estaban preparados para operar en el Mar del Norte, con esos mismos sonares vinieron a operar al Atlántico Sur, de menor profundidad y con fondo de piedra. Al poner sus sonares, los barcos británicos recibían “rebotes”. En más de una oportunidad, el submarino argentino pudo contrarrestar el ataque inglés asentándose sobre el fondo marino.

Luego del hundimiento del Belgrano, la flota argentina optó por alejarse definitivamente del combate. Tal decisión, fue justificada por el comandante Gualter Allara, debido a que no habría podido contrarrestar ni neutralizar la amenaza que representaban los submarinos nucleares enemigos. Solo un buque de guerra de la Armada Argentina permaneció en aguas malvinenses, el submarino ARA San Luís. Estuvieron solos contra todos. El 8 y 11 de Mayo, efectuó nuevos ataques contra la flota británica sin embargo el sistema de armas volvió a fallar.

Finalmente, se le ordenó volver.

El San Luís estuvo 39 días en patrulla de guerra. La decisión del capitán Azcueta, de atacar a la flota británica pese a las limitaciones de su buque, causó gran preocupación entre las autoridades navales inglesas, lo que provocó el gasto de una gran cantidad de armas antisubmarinas. Pese a fallar en sus ataques, el submarino argentino resultó una seria amenaza que el moderno equipo inglés no pudo atrapar.   


[1] Profesor y Licenciado en Historia de la UNMDP. Los testimonios que aquí aparecen son producto de entrevistas realizadas por el autor.

 

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