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por Liliana Swiderski

En octubre de 1914, un grupo de jóvenes artistas se reunió por primera vez en la Cervecería Jansen, de Lisboa. Fue el germen de la revista Orpheu, que con sólo dos números publicados en marzo y junio de 1915 (y un tercero que apenas alcanzó las pruebas de imprenta), revolucionó el ambiente cultural del país y gestó el primer vanguardismo portugués, que le debe el nombre de orfismo. El célebre Fernando Pessoa, creador de los heterónimos, fue uno de los protagonistas más destacados de esta empresa cultural, junto con Mário de Sá-Carneiro, Luiz de Montalvor, José de Almada Negreiros, Ángelo de Lima, Santa Rita Pintor y Eduardo Guimaraens.
La idea y el nombre de la publicación, que Luiz de Montalvor propuso al regresar de Brasil, encontraron aceptación inmediata. Orfeo (destacado personaje de la mitología griega, celebrado en ritos mistéricos y de purificación como representante de los poderes de la lírica y de la música) simbolizaba las vigorosas aspiraciones de esta incipiente sociedad de artistas. La existencia de la revista podría calificarse como efímera pero agitada: el primer número fue dirigido por el mismo Montalvor y por Ronald de Carvalho, residente en Brasil; el segundo, por Fernando Pessoa y Mário de Sá-Carneiro; el tercero no pudo editarse porque el padre de este último retiró su apoyo económico. Siete meses después, como coronación de su destino de artista “maldito”, Sá-Carneiro murió trágicamente en París.
Catalogada por sus propios protagonistas como una “aventura”, a pesar de su fugacidad (o quizás, precisamente por ella), Orpheu alcanzó proporciones casi míticas. Lo sintetiza magistralmente Fernando Pessoa cuando en 1935, es decir, veinte años más tarde y ya próximo a morir, la define como “revista extinguida e inextinguible”, y remata sus breves líneas de homenaje con una paradoja plena de implicaciones: “Orpheu terminó. Orpheu continúa”. El punto de inflexión que la revista representó para las letras portuguesas no fue advertido de inmediato: llama la atención que en su canónica Historia literaria de Portugal, de 1944, Fidelino de Figueiredo ni siquiera la mencione. Sin embargo, podemos leer entrelíneas una velada alusión a Orpheu en sus comentarios sobre el “futurismo” malogrado, cuando se refiere a “tentativas de carácter vario, sin excluir el histrionismo caricaturesco e irónico, fracasadas ante la indiferencia del buen burgués, obstinadamente fiel a los grandes autores del siglo XIX”. Estas palabras demuestran que, a pesar de la omisión, Figueiredo supo captar agudamente (aunque no valorar, es claro) las notas esenciales de la publicación: el histrionismo; la caricatura; la voluntad de escandalizar; la ironía y la polémica entablada con “el buen burgués”; así como la oposición hacia el tradicionalismo del campo intelectual, apegado a los autores decimonónicos e imitadores de lo extranjero.
Para finalizar, ofrecemos nuestra traducción de dos fragmentos de poemas publicados en Orpheu. Consideramos que, a pesar de su brevedad, permiten apreciar la excelencia de estos artistas, cuya fama ha perdurado e incluso se ha acrecentado notablemente con el paso de los años. “Orpheu terminó. Orpheu continúa”.


“Manucure”, de Mário de Sá-Carneiro

Depongo entonces mis limas,
mis tijeras, mis potecitos de barniz,
los pulidores de mi sensación –
¡Y suelto mis ojos enloqueciéndolos de Aire!
¡Oh! Poder agotar todo lo que en él se incrusta,
atravesar su Belleza – ¡sin soporte, al fin! –
Cantar lo que él revuelve, y amolda, impregna,
propaga y expande en vibraciones:
sutilizado, sucesivo – ¡perpetuo al Infinito!...
“Oda marítima”, de Fernando Pessoa
Sentí de más para poder seguir sintiendo.
Se me agotó el alma, quedó sólo un eco dentro de mí.
Decrece sensiblemente la velocidad del volante.
Las manos me sacan un poco los sueños de los ojos.
Dentro de mí hay sólo un vacío, un desierto, un mar nocturno.
Y apenas siento que hay un mar nocturno dentro de mí
sube desde sus lejanías, nace de su silencio,
otra vez, otra vez, el vasto grito antiquísimo.
De repente, como un relámpago de sonido que no hace ruido sino ternura,
súbitamente abarcando todo el horizonte marítimo
húmeda y sombría marejada humana nocturna,
voz de sirena lejana llorando, llamando,
viene del fondo de la Lejanía, del fondo del Mar, del alma de los abismos,
y en su superficie, como algas, boyan mis sueños deshechos…

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