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El “Programa de puesta en valor y funcionamiento de los edificios Chateau Frontenac, Hurlingham y Royal”, aprobado por el Consejo Deliberante de la ciudad de Mar del Plata en febrero de 2011, evidencia la necesidad de encontrar soluciones a los problemas edilicios y urbanísticos derivados de la falta de políticas adecuadas en defensa de nuestro patrimonio.
Si se considera el caso del edificio del hotel Hurlingham, aunque no está incluido en la Ordenanza de Preservación Patrimonial, se le reconoce que “posee un valor histórico por el cual resulta importante generar incentivos para la conservación de sus características generales”. Las notas que siguen buscan aportar al conocimiento de ese valor histórico, con una breve reseña de las características generales del edificio y de la arquitectura que representa.
Sobre un sector de la ciudad privilegiado por sus vistas, conocido entonces como Playa de los Ingleses (hoy Playa Varese) se inauguró en 1939 el hotel Hurlingham, propiedad del señor Martín Durruty, y proyectado en 1937 por el estudio H. Miglierini de la ciudad de Buenos Aires.
Como puede apreciarse en las imágenes, este volumen blanco y austero construido sobre una barranca desprovista de otras edificaciones causaba un fuerte impacto en aquellos más acostumbrados a arquitecturas rústicas o pintorescas que a lenguajes modernas. Precisamente, los edificios sobre la costa tenían una expresión conservadora vinculada a las villas pintorescas (techos de tejas con fuertes pendientes, volúmenes articulados, exteriores de piedra y madera, etc.) construidas mayoritariamente en las décadas anteriores, lo que convertía a este hotel en un objeto único y fuertemente diferenciado de su entorno.
Puede incluirse este edificio en una corriente del racionalismo, el yacht style o “estilo yate”, de clara inspiración marinera, que tuvo sus raíces en Europa en los años 20 del siglo pasado. Se difundió en Argentina unos años más tarde, especialmente luego de su éxito en la exposición de Paris de 1937. Uno de los primeros edificios construidos en el país siguiendo estos principios fue el Yacht Club de Buenos Aires, obra del arquitecto Eduardo Le Monnier. En Mar del Plata se construyó en 1933 el balneario privado del Dr. Costa Buero, pequeño edificio que recreaba un ambiente náutico muy logrado en sus originales terrazas. Se demolió pocos años después para dar lugar a las obras del balneario Playa Grande.
El edificio del hotel Hurlingham reconstruye la línea municipal de una manzana trapezoidal con un basamento de dos niveles donde se albergaban las áreas públicas del mismo. Sobre este se encontraba el volumen de las habitaciones organizado siguiendo un planteo en L, para lograr las mejores vistas y un óptimo asoleamiento. La impronta del estilo yate puede verse en los ventanas de los baños (ojos de buey) y en los ángulos redondeados de los volúmenes prismáticos.
Pero es en las construcciones que rematan el conjunto y en las terrazas aledañas donde el estilo yate se expresa con mayor libertad y le otorga un carácter original. Esta parte recrea el puente de mando de un navío, y cada detalle contribuye al efecto: las ventilaciones que se curvan y las barandillas metálicas que bordean las terrazas.
El hotel Hurlingham recorrió a lo largo de su historia etapas similares a las de otros hoteles importantes de la ciudad. Pocos años después de su inauguración, cuando la ciudad se trasformó a partir de la recepción del turismo masivo generado por las cambios políticos y sociales de la década del 40, fue vendido y se convirtió en un hotel sindical. Comenzó aquí un lento e inexorable proceso de transformaciones para responder a nuevas demandas edilicias y modernizaciones que no respetaron la unidad de su expresión original. Así el lenguaje náutico fue desapareciendo, y el orgulloso volumen blanco, símbolo de modernidad y pujanza se convirtió en una estructura carente de identidad, hoy abandonada, como muchas otras que corrieron igual destino y terminaron desapareciendo de nuestra memoria y de nuestro patrimonio local y nacional.

Arq. María Isabel Fernández, docente investigadora de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la universidad local. Integra el proyecto de Investigación dirigido por la Arq. Perla Bruno y co-dirigido por el Arq. Carlos Mazza: “El territorio del turismo 1920-1955 (Parte Segunda). En viaje: caminos, hoteles e indumentaria”, en el marco del cuál se desarrollaron estos avances.
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