flecha
Miércoles, 15 de Mayo de 2024
botonera 1
Becas UNMdP - SSU
Accidentes Laborales
Concursos
Extensión Universitaria
Transferencia y Vinculación Tecnológica
Comunicación y Relaciones Públicas
Noticias
Enlace La Capital
Links útiles
Galería de Fotos
Press Room
La Universidad en los Medios
Televisión
Radio Universidad
Enlace Impreso
Agenda
21 puntos básicos por el derecho a la comunicación
EUDEM
CINTUS
PEPBA 2020

Laboratorio de Idiomas UNMDP

Por Lic. Konstantin Soloviev.
Cuando alguien de mis compañeros argentinos me pregunta ¿cuál es la comida típica rusa? y ¿cómo es? nombro pelméni o borsh o golubtsý. En caso de los pelméni, por ejemplo, explico que son una especie de ravioles rellenos con carne y cebolla molida. Sin embargo, esta reseña enciclopédica poco explica acerca de la naturaleza del plato y las sensaciones y asociaciones que produce en mi. Lo mismo pasa con los términos abstractos como la felicidad, el amor, la verdad, etc. De este último término (verdad- právda) existen dos interpretaciones en ruso: una la que es compartida con el significado en castellano, la otra se refiere al orden profundo de las cosas, algo por encima de nuestro entendimiento y comprensión (ístina) - una palabra que no tiene homólogo en la lengua española.
Todos saben que cada persona posee su propia visión e interpretación de las cosas del mundo que nos rodea: valoramos unas cosas, otras cosas carecen de importancia para nosotros. Como en aquel chiste cuando se incendia la casa: la madre amorosa agarra para salvar a su bebé, el codicioso busca sus ahorros, el borracho la botella… Debido a la peculiar constelación de la personalidad de cada uno de nosotros interpretamos el mundo según los significados que le atribuimos.
Algo semejante ocurre con distintas culturas y lenguas. Existen dos posiciones opuestas. Una (el relativismo lingüístico) afirma que cada pueblo piensa el mundo en el idioma que habla y de esa manera su pensamiento es distinto del de las personas de otras nacionalidades que hablan lenguas diferentes. La postura opuesta (el universalismo lingüístico) defiende la opinión de que no existen variaciones en la interpretación del mundo según la lengua que se hable. Como todos los extremos, ambas posturas en su pura acepción son erróneas: sí, existen diferencias en la interpretación de los fenómenos que en cada lengua pueden ser distintas. Los que hablan algún idioma extranjero saben que difícil es, a veces, traducir de un idioma a otro el significado original de una palabra o frase. Sin embargo, existe una base en común en todos los idiomas que ayuda a entender el significado trans-culturalmente, si no las personas de diferentes culturas no habrían podido entenderse una con otra.
De ahí surge la importancia de aprender lenguas extranjeras: a la visión del mundo que uno ya posee y está acostumbrado a expresar en su idioma natal se agregan otras perspectivas distintas, opuestas o complementarias. Es como elevarse de la superficie de la tierra y ver otros paisajes que antes te tapaban los árboles. Así, un argentino aprendiendo idioma ruso, alemán o francés no se convierte en nativo de la cultura que aprende pero al negociar los bordes de ambas culturas- la nativa y la extranjera – construye lo que Kramsch (1993) ha llamado un tercer lugar.
Emprendedor XXI Galicia Sueldos Universia
banner final
iso unmdp