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La historia de los que ganaron nos cuenta de una revolución para independizarse de España. Lejos estuvo la Primera Junta de aquel propósito. Su principal objetivo fue jurar obediencia al rey capturado por Napoleón. Y así lo tuvieron claro los integrantes de la primerísima junta del 22 de mayo. Pero la voluntad de cambios obligó a una nueva conformación donde ingresaron los que con el correr de los días de 1810 serían los más radicalizados: Moreno y Castelli.
Una nación debe recordar y honrar a sus héroes. Los que lucharon por su independencia. Y el primer héroe de esta tierra fue un francés que recuperó dos veces Buenos Aires, para ser el primer y único Conde de Buenos Aires. Santiago de Liniers y Bremond nació en Niort, Francia, en 1753. Militar como su padre, logró ser merecedor de la Cruz de Malta por su desempeño contra los piratas berberiscos. La revolución francesa lo encontró en un oscuro destino en Carcassone, en el regimiento de caballería del Royal Piémont. Los cambios introducidos por aquella revolución no conformaron sus convicciones monárquicas, y así ingresó en la escuela de Guardiamarinas de Cádiz. Había dejado Francia para jurar lealtad al rey de España.
En 1776 llegó a Buenos Aires como alférez del Virrey Ceballos. Posteriormente, actuó en la escuadra franco-española contra los ingleses, y sitio de Gibraltar. En Málaga se casó con Juana Úrsula de Membielle (1783) y nacía su primer hijo Luís (1787).
En 1788 volvió a Buenos Aires. Nunca más volverá a Europa. En América encontrará la gloria que siempre buscó, una muerte violenta e injusta. En 1790, en Montevideo, muere su esposa.
En aquellos años, su hermano el Conde de Liniers lo envuelve en una empresa comercial que acabará con su prestigio en el Río de la Plata. En 1794, contrajo segundas nupcias con María Martina, hija del triunviro Martín de Sarratea.
Entre 1802 y 1804 fue gobernador político y militar de las Misiones, y en aquel sitio olvidado pudo constatar personalmente las grandes falencias de la monarquía española en América. Vuelto a Buenos Aires, en 1805 moría María Martina en el parto de su última hija María Dolores de la Cruz.
Como consecuencia de la Primera Invasión Inglesa y la huida de Sobremonte, decidió encarar la Reconquista del Virreinato con la ayuda del gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro. Liniers fue el gran héroe de las gestas del 12 de agosto de 1806 y de la batalla del 6 de julio de 1807. Termina siendo nombrado Virrey del Río de la Plata, y Conde de Buenos Aires.
La invasión napoleónica de 1808 exigió definiciones en las colonias. Liniers se pronunció fiel a Fernando VII, pero Alzaga y Elío sospecharon del francés. Si bien Saavedra logró calmar la revolución de enero de 1809, finalmente Liniers fue reemplazado por Cisneros.
Retirado a Córdoba, la Revolución de Mayo lo sorprende iniciando actividades rurales en Alta Gracia. Córdoba y su amigo-gobernador Gutiérrez de la Concha no comulgaban con los designios de Mayo y se propusieron resistir los cambios. El Deán Funes conspiraba contra los españoles desde Córdoba. Su suegro Sarratea, le imploraba que no contradijera a los revolucionarios. Pero el marino francés no se permitía traicionar dos veces a la realeza. Su contestación decía: “¿Pretende Ud que un general, un militar que durante 36 años ha dado pruebas reiteradas de su amor y fidelidad al soberano, lo abandonase en la última época de su vida? ¿No dejaría a mis hijos un nombre marcado con el estigma de la traición?”
Liniers y Gutiérrez fueron apresados por Antonio Balcarce y conducidos hacia Buenos Aires. Nunca llegaron. La captura había sido efectuada por el ayudante Urien que robó a Liniers y lo martirizó. Los marinos españoles fueron finalmente fusilados en Cabeza de Tigre, Cruz Alta. Así terminaron los días de quien puede llamarse el primer héroe nacional; el que ganara la más importante batalla librada en territorio nacional: la batalla de Buenos Aires. La junta de los revolucionarios no admitía héroes que pudieran significar un obstáculo a sus voluntades. Los responsables de que Buenos Aires no fuera dominada por los ingleses, Liniers y Juan Gutiérrez de la Concha, fueron fusilados sin juicio, el 26 de agosto de 1810, por orden de uno de los abogados de la Junta de Mayo. Los restos del Conde de Buenos Aires descansan en Cádiz en el Panteón de los Marinos Ilustres de España.

Federico Ignacio Isla
CONICET-UNMDP


Ortega, E. C., 1944. Liniers. Una vida frente a la gloria y a la adversidad. Ed. Claridad, Buenos Aires, 465 pp.
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