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El Lic. Enrique “Quique” Pecoraro fue docente de esta casa de estudios entre los años 1971 y 1975 en las carreras de Sociología, Antropología, Ciencias Políticas, Ciencias de la Educación, Arquitectura y Ciencias Económicas.
Fue un hombre comprometido en una época signada en la construcción de un pensamiento crítico, cuestionador de la realidad y con gran compromiso con la realidad del país y su tiempo.
Con el advenimiento de la larga noche de la dictadura donde la palabra fue amordaza y el país silenciado, Enrique Pecoraro fue asesinado por las Fuerzas Armadas el 11 noviembre de 1979.
Al cumplirse 30 años de su asesinato la Universidad Nacional de Mar del Plata no lo olvida y recuerda su memoria  a través de un acto en su homenaje que tendrá lugar el próximo 14 de noviembre a las 11.00 horas en los Jardines del Complejo Universitario de Peña y Funes.
Le rememora también por intermedio de su amigo Patricio Castiglioni que le escribe así:
Entrañable amigo y compañero: Nos conocimos allá por 1971 en Sociología, llegaste de Buenos Aires con la camada de Roberto Carri y otros compañeros de las "Cátedras Nacionales". La identidad histórica que nos agolpaba a todos nos fue acercando, ese movimiento, esa marea nos puso en el mismo frente, en el mismo espacio de lucha y resistencia, de vértigo y de sueños, que aún merecen ser soñados. Fuimos amigos, y siempre tuviste una, quizá inmerecida, consideración política hacia mí, como una gran confianza. Eso era recíproco. La memoria duele, pero recuerdo exactamente tus gestos, tus manos parlantes, el brazo estirado mostrando la palma de la mano en un gesto que decía, pará loco, pará....muchas charlas mantenidas en aciagos momentos, muy difíciles, como los que les tocó vivir a tantos compañeros y compañeras. Pero era el precio de haber asumido esa identidad, el dolor de tantos, que tanto duele. Una noche, creo que en el verano del 75, militando juntos en Buenos Aires, caminábamos por una calle cuyo nombre jamás recordaré, pues mi atención estaba concentrada en el díalogo que mantuvimos: hablábamos acerca de la muerte, del carácter definitivo, absoluto, intransferible e irreversible de la muerte, que estaba demasiado cerca como para ignorarla. Decías que era para siempre. La eternidad nos seguía de cerca y nos golpeaba. Recordé una carta pequeña y sucia que portaba un  soldado del vietcong, muerto en los arrozales de su patria. "Morir por un  amor, morir  de viejo, a semejante muerte mi corazón no se resigna, pero morir luchando por mi pueblo, es vivir para siempre", era algo así, querido amigo, pero la memoria tiene sus poros y no respeta la literalidad, pero sí el sentido. Luego nos callamos, tal vez comimos una pizza  y nos reímos. Nos gustaba estar juntos.
La última vez que te ví, fue en Chacarita en un café, te dejé un documento que yo había escrito con mis críticas, te las comenté y las compartiste.  Podía presentir el absoluto apoderándose de nosotros, imponiéndonos un destino ignorado, pero de seguros peligros y miedos. Te queríamos y respetábamos, sin duda era mutuo. Juan Samaja me comentó que una vez en Buenos Aires en la UBA, allá por el año 1969, él había escrito un ensayo, "aportes para una Sociología Nacional". Este cayó en tus manos, lo leíste, y como siempre fuiste muy crítico, entraste al café lo viste a Juan y le dijiste: "loco, me gustó tu trabajo". Dice Juan que respiró aliviado, que la ansiedad persecutoria se había cortado en redondo, tal era la importancia que él le otorgaba a tus opiniones. Todos las valorábamos.
Hoy valoramos tu entrega, tu insistencia, tu ejemplo. Tu muerte, está imbuida de profundo  sentido,  a pesar de la derrota. No olvido tu vida, tus gestos, tus manos, no olvido a quienes te mataron, pero vivís, estás más vivo que muchos que deambulan autistas por la existencia, en la cárcel del yo, de espaldas al mundo,  vivís en nosotros, en esta memoria calcinante por el tiempo que vivamos los que te amamos, los que aprenderán a amarte cuando alguien le cuente tu historia a tus nietos y así por siempre, como dijo el soldado del vietcong.Tu amigo, Patricio
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