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¿Por qué los hablantes decimos lo que decimos? ¿Por qué los hablantes decimos lo que decimos aunque podríamos haberlo dicho de otra manera y no lo dijimos? ¿Cómo, en tanto miembros de una sociedad, negociamos significados en las diferentes circunstancias en las que nos toca interactuar? ¿Cómo interpretamos el alcance que esa negociación adquiere socialmente?
Estas son algunas de las preguntas que un investigador en lingüística puede hacerse. Y, cuando pensamos las relaciones entre lenguaje y sociedad, -una de las orientaciones centrales dentro de su desarrollo contemporáneo-, apelamos a la lingüística sistémico-funcional como alternativa de las teorías que mejor representan el modo de explicar aquella relación constitutiva.
La lingüística sistémico funcional fue propuesta por M.A.K. Halliday, lingüista inglés que, formado en el estructuralismo y la antropología cultural, intenta ver cómo se puede describir aquello que es propio del lenguaje.
En 2000, con motivo de su visita a Mar del Plata por el Congreso de la Sociedad Argentina de Lingüística, M.A.K. Halliday afirmó: El estudio de la lengua debe ser considerado como el estudio del significado… creo que el objetivo último de todo estudio de la lengua debe ser el reconocimiento de cómo la lengua crea significados y de qué manera permite intercambiarlos.
En este marco, la lingüística sistémico-funcional es una teoría que describe la organización potencial que el hablante tiene (o puede o debe tener) por ser hablante en una determinada comunidad a partir de las funciones que desempeña, es decir: la gramática: crea significados en virtud de que una lengua es una manera de mirar el mundo y no de reflejarlo, permite intercambiarlos porque una lengua es un instrumento de interacción y organizar los medios en los que se lleva a cabo por su meta de transmitir informaciones.
Una  teoría de estas características entiende el lenguaje como un proceso social, histórico e ideológico. Es social porque el lenguaje no puede explicarse sino en función del uso que los hablantes hacen de él; histórico, porque la cultura se desarrolla con el lenguaje e ideológico, porque no pensamos sino a partir de una posición, la del sujeto, que se constituye a partir del lenguaje.
La lingüística sistémico-funcional propone que los hablantes producimos textos y que estas unidades de significado se inscriben siempre en el marco que las define: el contexto. Es, por lo tanto, una teoría contextualmente dependiente.  Tiene un doble alcance complementario: la situación particular, entendida como variedad de lenguaje que usamos en función de la situación en la que participamos, y la cultura en la que esa situación se inscribe, es decir, la convención de uso orientada hacia una finalidad socialmente reconocida.
Las relaciones entre gramática, registro y género permiten caracterizar la lingüística sistémico-funcional y sus interdependencias explican cómo ese proceso socio-cognitivo llamado lenguaje se despliega. Por ello, este V Congreso de la Asociación Latinoamericana de Lingüística Sistémico-Funcional que se realizó entre el  2 y el  7 de noviembre asume el desafío de dar cuenta de aquellas interdependencias en diferentes contextos a fin de aportar a distintas áreas como educación, política, ciencia, identidad, entre otras, interpretaciones fundadas científicamente.

S. M. Menéndez
CONICET. UNMdP. UBA. 
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