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La vida  de Gesué Noseda (Yeye) fue admirable e ineludible referencia para varios arqueólogos y paleontólogos que trabajamos en la región Pampeana. Sus aportes a las ciencias fueron trascendentes porque se dedicó durante más de 60 años a la indagación minuciosa e inteligente del pasado de su región, el Partido de Lobería. Paralelamente, trabajó en su tienda y constituyó su familia teniendo muy en claro que sus hijos “debían estudiar”, hoy todos son destacados profesionales. Gesué fue una persona generosa, coherente y con una lucidez formidable, condiciones que potenciaba a la hora de relacionarse con quienes trabajamos en temas del pasado. Su incansable inquietud por conocer, explorar, investigar y pensar en los procesos ocurridos en su “Lobería Grande” tuvo merecidos reconocimientos. Fue declarado ciudadano ilustre del partido de Lobería, y la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, en 1991, impuso su nombre a la primera Escuela de Campo de Arqueología en el Paraje Arroyo Seco (partido de Tres Arroyos).
En Lobería, desarrolló muchísimas actividades deportivas y culturales. Sobresale la creación de dos museos, el de Historia y el de Ciencias Naturales. Gesué fue uno de los últimos representantes de una generación de hombres que, alentados por el ánimo del conocimiento, colaboraron activamente con científicos que estudian el pasado regional. Sus vínculos con numerosos arqueólogos y paleontólogos argentinos rememora la relación entre Florentino Ameghino y su hermano Carlos, uno estudiando en el laboratorio lo que el otro obtenía en el campo. Gesué fue un naturalista autodidacta y lector incansable de la obra de ese sabio argentino.
El conocimiento profundo de las sierras y cuencas de Lobería, sumado a su aguda  interpretación de los fenómenos de la naturaleza, fueron decisivos en el avance de temas centrales de la arqueología y paleontología de la región. Así fue que descubrió en el Cerro El Sombrero los instrumentos de piedra (puntas de proyectil “cola de pescado”) más antiguos de Sudamérica, halló y registró otros numerosos sitios arqueológicos como La China, Zanjón Seco y Paso Otero, entre muchos otros. También se volcó a la recuperación de un notable conjunto de especies fósiles, aplicando técnicas minuciosas en la extracción y conservación de restos de grandes animales, tarea que realizó con otros entusiastas locales, cada uno desde su oficio (yesero, herrero, carpintero, etc.) lograron recuperar fósiles articulados, de gran tamaño y de modo extraordinario. Estas piezas se exhiben hoy en el Museo de Ciencias Naturales del Club de Pesca. Esta enumeración representa tan sólo algunos de los aportes hacia el conocimiento de nuestro pasado regional, para el cual su participación fue decisiva.
Cabe resaltar dos actitudes de Gesué que pienso que deberían servir de ejemplo. Una, su desinterés personal y generosidad al compartir sus descubrimientos con los profesionales de la ciencia, su misión era el avance del conocimiento y no el protagonismo. Esta condición la tenía clara y actuó siempre en consecuencia. La otra, se refiere a su esfuerzo por la ilustración pública. Gesué promovió numerosos Actos Culturales cuyos disertantes fueron destacados científicos del país, logrando concretar un canal directo entre la ciencia y la comunidad en la ciudad de Lobería. Este aspecto caracterizó a Gesué, quien bajo la  premisa de transferir  conocimientos sobre el pasado cultural y natural se esforzó por compartirlos, logrando hacer popular a las ciencias en Lobería. Todos sus esfuerzos fueron comunitarios y estuvieron acompañados por numerosos loberenses con los cuales compartió convicciones, amistades y aventuras construyendo un camino franco y creativo en la divulgación del pasado. Hoy es un elemento profundo de la identidad de esa comunidad.
En su relación con la Universidad Nacional de Mar del Plata, muchos fueron los historiadores que cursaron materias sobre temas de Historia Precolombina en la Facultad de Humanidades que recuerdan el viaje de estudios a Lobería. Gesué Noseda recibió en sus dos museos y en el campo a 14 promociones de estudiantes de Historia. La visita al Paso Otero y a varios de los sitios arqueológicos fueron estimulantes para esos estudiantes que, por primera vez, observaban fenómenos naturales y restos fósiles ligados a la historia natural y social local. Bajo sus inolvidables charlas creaba una experiencia sensible, atrapando la atención del grupo de jóvenes y se convertía en un referente para ellos desde su propia historia de vida, la de un pionero de la arqueología y de la paleontología pampeana.
Este primero de octubre, Yeye nos dejó físicamente, fue tan querido que creo que quienes tuvimos la suerte de conocerlo y disfrutar de su amistad no le permitíamos irse. Pero él volvió a demostrar su lucidez, dejó un gran legado, el de continuar y el de hacer las cosas bien para que su esfuerzo no sea en vano.
La actual Comisión de Amigos del Museo de Ciencias Naturales del Club de Pesca que integra su hija María del Carmen (Gora), trabajan con la misma fuerza y convicciones sosteniendo el espacio que construyó Noseda. Ese Museo se encuentra hoy transitando una etapa de crecimiento académico, edilicio y educativo, la cual tenemos que apoyar. Así era Gesué Noseda, de los que construyen para los demás.


Dra. Diana Mazzanti
Laboratorio de Arqueología
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de Mar del Plata
Emprendedor XXI Galicia Sueldos Universia
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