Nuestros egresados universitarios y no pocos postulantes al actual mercado laboral argentino, deben someterse a muy singulares condiciones de trabajo.
Ante la debilidad manifiesta de los controles morales y la tergiversación axiológica, el “otro” pierde su valor como ser humano convertido en un obstáculo restringido en la carrera empresarial.
En una atmósfera laboral sofocante y muda, germina una compleja trama de valores, de creencias, de normas y de actitudes, que legitiman el tortuoso sendero, que tiene como meta final la exclusión laboral del asalariado. Pueden existir refuerzos ocultos, a través de ciertos “códigos formales de honor” y de “compromisos de comportamientos corporativos”.
Los actuales valores culturales basados en el éxito y en el prestigio social, estimulan a observar a la víctima de agresión laboral como: un perdedor.
Ese asalariado está padeciendo una situación de la que no es responsable. Pero en su medio se sostiene que: “si hubiese sido más cuidadoso, el hecho nunca hubiese existido”, algo así como acusarlo: “con tu negligencia (o con tu provocación o con tu omisión) has contribuido a que lo peor te ocurriera: has perdido el trabajo”.
En 1990, en el Congreso Internacional sobre Higiene y Seguridad en el Trabajo postuló la siguiente definición: “El mobbing o terror psicológico en el ámbito laboral, consiste en la comunicación hostil y sin ética, dirigida de manera sistemática por uno o varios individuos contra otro, que es así arrastrado a una posición de indefensión y desvalimiento, y activamente mantenido en ella”.
El fenómeno del hostigamiento laboral generalmente nace en forma anodina, con leves indirectas o pequeñas faltas de respeto, hasta agigantarse inexplicablemente en un remolino de provocaciones y humillaciones que afectan a la misma identidad de la víctima. Es así que este fenómeno social debe ser desenmascarado desde sus orígenes, previniendo ulteriores desarrollos de degradación inconcebibles.
Las universidades y las organizaciones hospitalarias son, según recientes estudios españoles, los ambientes laborales más propicios para encarnizadas rivalidades entre los miembros de los distintos estratos de la burocracia académica y sanitaria.
Aquí es posible proponer algunos interrogantes para la reflexión:
• ¿estarán nuestras universidades argentinas, en condiciones de abordar una investigación sincera sobre la existencia de hostigamiento laboral en sus propios claustros?
• ¿estaremos los universitarios de ciencias sociales dispuestos a saber, para prever, con el fin de proveer, como era el viejo lema de la sociología positivista?
• ¿se logrará despertar en nuestros estudiantes la necesidad de fortalecer los ideales republicanos de igualdad, de libertad y de solidaridad, que son cotidianamente vulnerados en los diferentes ámbitos laborales argentinos, a través de las prácticas hostiles y perversas del “mobbing”?.
En las organizaciones que muestran fuertes vínculos jerárquicos - como las sanitarias y las
educativas -, se subraya real o ilusoriamente la posibilidad de la impunidad de los miembros de los estratos superiores
Muchos asalariados de las empresas contemporáneas, incluidos los empleados del Estado, viven a diario la experiencia de su alta vulnerabilidad y quizá sea ello el más grave de los atentados contra la dignidad de la persona, donde se evidencian los efectos del mobbing: no poder alcanzar nunca la seguridad de que algún día se liberará al trabajador de todos los peligros que lo acechan.
La desocupación, el trabajo “en negro” y la difícil remoción por vía legal de los trabajadores de la planta permanente, han multiplicado los casos de mobbing.
No sería superfluo profundizar y actualizar el tema a través de actividades universitarias específicas de postgrado o incluirlas en charlas de difusión en el ámbito de la extensión universitaria, en cursos breves o en la programación de carreras que se encuentren dentro de las actuales ofertas académicas.
Será imprescindible el apoyo que puedan brindar las organizaciones sindicales, los partidos políticos y las organizaciones no-gubernamentales
Hoy nos enfrentamos a dilemas mayúsculos en el ámbito de nuestras organizaciones laborales, sanitarias y académicas:
• “¿Cómo re- establecer el respeto entre los individuos?” y
• “¿Qué límites debemos imponer a nuestra tolerancia?”
Deseamos poder leer - en breve -, informes sobre la disminución de los índices de acoso y de violencia laboral y tener conocimiento de múltiples reacciones académicas y legales en nuestras Universidades y Cámaras parlamentarias.
Ello nos despertará de la indiferencia y de la pasividad, que son el primer caldo de cultivo del mobbing.
Será una tarea indispensable, personal y vitalicia, descubrir y proteger nuestros propios límites, al tiempo que nos adiestramos en la percepción y en el respeto de los límites ajenos.
Mario Eduardo Corbacho. Licenciado en Sociología – UBA- Docente y Director de Estudios UNMDP |
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