La Noche de los Bastones Largos” fue una derivación directa del autoritarismo desatado por la “Revolución Argentina”, tal como se denominó el gobierno surgido del golpe de estado cívico-militar del el 28 de junio de 1966. El comandante en jefe del Ejército, general Pascual Pistarini, encabezó el derrocamiento del gobierno constitucional de Arturo Umberto Illia, luego de expulsar al presidente de su despacho formó una Junta Militar que ofreció la presidencia al general Juan Carlos Onganía. Inmediatamente se procedió a clausurar el congreso, las legislaturas, concejos deliberantes y los partidos políticos, destituir a todos los funcionarios electos y a la Corte Suprema de Justicia. Solo faltaba que el nuevo gobierno se apoderara de la Universidad, que autónoma y cogobernada, lo que le significo al sustraerla de intervenciones militares y policiales, logró un alto grado de desarrollo científico y académico. El Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires fue una de las escasas instituciones que se pronunció, excepto tres facultades entre ellas la de de Derecho, en contra del golpe de estado que gozaba de amplio consenso entre los factores de poder y la ciudadanía.
En respuesta a un ataque que el general Fonseca, Señorans y Onganía recibieron en un homenaje al general Roca por parte de algunos estudiantes que les tiraron monedas y los insultaron desde la Facultad de Ciencias Exactas durante el gobierno radical y como parte de una política de combate más amplia, hemisférica, de seguridad nacional, las universidades eran vistas como el campo fértil para lo que los sectores más retrógrados denominaban como “infiltración comunista”. De manera tal que el 29 de junio de 1966 el presidente de facto emite un decreto interviniendo las universidades. Para los generales desairados había llegado la hora de ajustar cuentas, esa misma noche se ejecutó el “Operativo Escarmiento”: las Facultades de Arquitectura, Ciencias Exactas, Filosofía y Letras, Ingeniería, Medicina y la sede del Rectorado estaban tomadas como forma de protesta contra el decreto del tirano. Esa noche la Guardia de Infantería de la Policía Federal, la misma que expulsó al Dr. Arturo Umberto Illia de la Casa Rosada, al mando del general Fonseca y acompañado por el jefe de la SIDE el General Señorans, irrumpieron en la Facultad de Arquitectura y con mayor salvajismo en la Facultad de Ciencias Exactas. Las fuerzas policiales luego de anunciarles por los megáfonos que tenían cinco minutos para desalojar las instalaciones, ante la negativa e imposibilidad de hacerlo, descargaron una feroz paliza, con sus “bastones largos” y ejecutaron simulacros de fusilamientos a estudiantes, docentes y autoridades. Ni siquiera la presencia del decano Rolando García y su vice el Dr. Manuel Sadosky pudieron evitar con su presencia la furia de la ignorancia ante universitarios indefensos. La heroica batalla contra los insolentes y sus profesores arrojó el saldo de cerca de 200 detenidos con diferentes grados de heridas y hospitalizados. Las consecuencias humanas e intelectuales fueron desastrosas, a partir de esa noche se produjeron renuncias en masa comenzando una impresionante fuga de cerebros. De los 1.378 docentes que renunciaron a la UBA, muchos emprendieron el camino del exilio sin retorno, equipos de investigación completos, fueron contratados por prestigiosas universidades extranjeras.
Es así, que el vaciamiento de la universidad de sus mentes más brillantes, la destrucción de la estructura de investigación, el sistema científico y tecnológico nacional a largo plazo impidió el desarrollo de una ciencia nacional que potenciara a través de patentes e inventos mejoras en la calidad de vida de los argentinos. Vaya pues nuestro homenaje para aquellos héroes de la ciencia y nuestra condena a los verdugos que preanunciaban noches mucho mas negreas. |
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